La llave que decodifica la historia de Jesús, es entender que descubrió que había que escuchar las Profecías, que eso era lo que Dios les estaba pidiendo con Shemá Israel y Bejaiaim Shamoa.
Y escuchar las Profecías, él lo entendió de un modo inédito: las tengo que cumplir yo, Dios me está diciendo no lo que va a ocurrir sino lo que debe ocurrir.
Por eso se llaman Profecías. Exactamente igual que en castellano, no es lo mismo Profecía que Predicción. La Predicción dice previamente lo que va a ocurrir. Pero en cambio, la Profecía enseña se relaciona directamente con Profesar, y hasta con quien hace de eso su Profesión Y en tanto la Profecía está enseñando no te dice lo que va a ocurrir, sino lo que debe ocurrir.
Cristo tomó esa vertiente: son Profecías no Predicciones. Son instrucciones. Cuando tú compras una máquina y te dan las instrucciones para que funcione, no te están diciendo que va a funcionar, te están diciendo lo que debes hacer para hacerla funcionar siguiendo esos pasos que ahí son instruidos. Cristo se apoyó en eso mismo. Son profecías, no son predicciones entonces ya no era cuestión de si la profecía se cumplía o no, si no de hacer cumplir la Profecía.
La Clave para entender la familia de Cristo -y si no entiendes la familia de Cristo, no entiendes la vida de Cristo- es Pedro. Pedro tiene la llave –la clave- del cielo. Por eso en la Biblia está tan pero tan dificultado que entiendas quién es Pedro. Siete nombres le han puesto: Pedro, Simón, Zelote, Cefas, y combinaciones entre esos nombres que forman tres nombres más. Y ¿qué quería el bando de los familiares? uno de los polos de la otra dialéctica: la guerra política.
La misma guerra política que en general toda la sociedad esperaba del Mesías. Toda la sociedad menos el otro bando, el de los discípulos, que mostraban más su compenetración con la enseñanza, cuanto más iban interesándose en la guerra espiritual. Lo cual a su vez, ubica obviamente la Tercera Dialéctica, incluida en las otras dos Davídicos y Aarónicos.
Es decir: política y espiritualidad. Hasta aquí, las dialéctica principales o podríamos decir: primitivas, porque eran las que lo pre existían, las que lo esperaban, las del contexto. Es decir: las de El Otro, no las Propias. La Dialéctica Propia Incluye, Integra y Trasciende a las otras tres dialécticas: ¿Él iba a ser el Mesías de los judíos o el Mesías de los Humanos?
Con unos 12 años, retorna de su Gran Iniciación y se encuentra con por supuesto, con eso que el Método de la Magia advierte que siempre te encontrarás cuando estés ante lo Valioso: Con la Esfinge. Y la Esfinge se encarnó en dos noticias, que lo ponían frente a sentirse justificado de enojarse con Dios y esperar para seguir con su Misión.
Es decir las tres caras de la Esfinge, todas juntas: justificación, espera y combate hacia afuera. Pues dos noticias terribles lo habían recibido:
La primera noticia: su padre, Judas de Gamala, había muerto. Con Cristo, tenía encuentros ocasionales, y ahora que por primera vez podían tener un contacto más estrecho ya su padre no estaba.
Hay que considerar que Judas de Gamala no era un tipo que pudiera vivir en la ciudad educando a sus hijos. Era un guerrillero sedicioso para los romanos, extremadamente buscado. Un hombre al que los romanos consideraban muy violento. Tanto, que muere en una terrible guerra que hubo por aquella época, cuando Jesús tenía unos 12 años, en el 6 después de Cristo.
Al respecto, vale una aclaración. Para cubrir quién era el Padre, aquí hay una mezcla de escenas que la Biblia trata de armar para crear confusión. Pero el que lo ordena es Flavio Josefo, pues en la Biblia se une en dos cosas. La historia correcta es la siguiente:
Dice Josefo que la jerarquía religiosa judía llevó a la muerte por lapidación a “Santiago, el hermano de Jesús, el llamado Mesías”. Pero esto sucedió alrededor del año 62 d.C. Pero en la guerra en la que muere Judas de Gamala, dos hermanos de Jesús fueron heridos muy gravemente, y la Biblia, en los Hechos, mezcla estos dos episodios.
Entonces, cuando podía estrechar relación con el padre, se queda sin su padre carnal. Pero además la segunda noticia: También muere su padre tutor, José. De pronto, de tener dos padres a no tener ninguno. Y a una edad en la que si algo se necesita, es un padre.
Pese a su edad, tal vez corta para nuestros parámetros –aunque vale recordar que en esa cultura a esa edad, por ejemplo, ya podían casarse o formar parte del ejército de Judas de Gamala- tenemos a alguien que volvió de una gran iniciación, gracias a la cual, de entrada resolvió el hecho de tener que apoyarse –y por lo tanto, de depender- en la familia:
Si iba a ser el Mesías, no sería por genética sino por recorrido individual. Recorrido individual, no predeterminación davídica y aarónica para que hagan lo que él dice. Eso sí que es de una
humildad poderosa, y eso sí que es iniciático por excelencia: no te apoyes en el ser.
Yo no soy Mago: tengo que hacer Magia y entonces soy Mago.
Si yo ya me creo Mago se acabó, no me intereso en hacer Magia porque me apoyo en el ser. Pasa a una categoría no diferente a ser médico, que lo sigue siendo para toda la vida aunque no ejerza más, aunque nunca más vea un paciente, sigue siendo médico.
Entrando a Jerusalén
Por supuesto que Qué se conmemora y Cómo se la conmemora en la iglesia, eso es otra historia. Pero la pregunta primaria es por qué se conmemora la entrada en Jerusalén.
Esa es la manera más directa de ver que entrar en Jerusalén era algo especial, distinto, y que no se compara con cualquier otro lugar. Jerusalén era el lugar, porque las Profecías pedían que el Mesías tenía que alcanzar ahí su clímax, su máxima demostración de ser Mesías, su máxima Magia, sus mejores Enseñanzas, y su Milagro más elevado.
Mateo 16,21 dice explícitamente que “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén. Pues tal como está anunciado en Juan 12,23 “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
De hecho, tanta es la importancia de este episodio, que está consignado en los Cuatro Evangelios.
Y también está consignado explícitamente en Mateo 21,4 que “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta”. Por eso, para entrar a Jerusalén, Jesús va a hacer una enorme obra de ingeniería; todo tenía que cumplir lo profetizado. Y eso requería un plan perfecto. Un plan que, por lo peligroso, tenía a la sorpresa como factor estratégico tal como efectivamente sucedió: entra y parece que va para un lado –el lado que todos querían- y después resulta que hace todo lo contrario de lo que parecía -y nadie entendió nada-.
Esto es tan patente, que a los tres días de entrar a Jerusalén, se le vuelve en contra el pueblo. Y no perdamos de vista, que eso fue por lo tanto a los 7 días de haber “resucitado a Lázaro”. Se supone que acababa de resucitar a un muerto pero no dudan en ponérsele cada vez más en contra.
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