Lucas 19,46:
“Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”
Juan 2,16:
“Y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado 17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume”
Pero tan importante es lo que con tanta claridad dicen por igual los 4 Evangelios como lo que ninguno dice: Todos coinciden en que el dinero rodó por el piso pero nadie aclara qué pasó con ese dinero.
Y algo más, extremadamente importante: Ningún discípulo se sorprende.
Precisamente los mismos discípulos, que a cada rato La Biblia dice que no entendían lo que hacía el Maestro aquí estaban iluminados: todos entienden todo. A las claras, eso muestra que estaba todo planeado. Cada uno sabía lo que tenía que hacer: tirar las mesas del Templo, no dejar que la gente se lleve algo, juntar toda la plata, guardarla y llevársela.
Pero entienden qué perfecto. Entienden qué inteligencia tan maravillosa. Puro genio. Él quedaba en un lugar perfecto: Las Profecías y el pueblo querían que Él haga eso y Él lo usó para lo que Él quería.
Cristo ahora entró triunfal en Jerusalén. Tiene –todo lo demuestra- un plan. Y a pura Magia consiguió el dinero con el que realizar lo que sigue.
¿ENTONCES... JESÚS ROBÓ ESE DINERO?
¿Cómo lo pensaban ellos? La Profecía decía que los ladrones eran los Sacerdotes, que permitían ese comercio. La Profecía hablaba de “casa de bandidos”, y eso es muy claro. Entonces, en su mentalidad, eso que hacía Cristo era un acto de Justicia: recuperar un dinero que les estaban robando obligándolos a hacer sacrificios y más la Profecía decía que los ladrones eran los que estaban en el Templo, cambistas incluidos. Entonces, lo pensaban en forma absolutamente inversa: estamos rescatando el dinero que nos robaron.
Acto con el cual en lo simbólico: se cumplía la Profecía. En lo imaginario: el Pueblo se ponía del lado de Cristo. En lo real: se pasaban a contar con el dinero necesario. Es decir los Tres Registros perfectamente anudados para lo que decidí.
La Última Cena
¿Y qué seguía? Algo que precisaba de todos los Registros. Pues lo que seguía era lo más difícil de todo: Tenía que pasar por la Cruz como las Profecías lo pedían y eso significaba poner en riesgo, directamente, su vida. Tenía que apoyarse en un plan perfecto, que necesitaba que tantas cosas se entramaran como sólo la casualidad puede lograrlo. Y eso significa que necesitaba ya no Magia sino Alta Magia, para cumplir con la Profecía tenía que lograr que lo crucificaran.
Y para eso tenía que ganarse el odio del mismo pueblo que, de pronto, ahora lo amaba. A punto tal de que cruza la peor línea que podía cruzar ante los judíos, empieza a contravenir a la Mishnah, a la Ley Judía. Empieza a hacer cosas que a todas luces, apuntan a provocar directamente al pueblo.
La Última Cena
Para algo tan grande, empecemos por lo más importante: el desde donde. La Última Cena transcurre en Betania –siempre que puede, tratar de estar ahí de noche, pues se siente mucho más seguro, en tanto Jerusalén de noche era un peligro total- pero ellos estaban en Jerusalén. O sea, salen de Jerusalén a Betania para la Última Cena.
Y eso está prohibido por la Mishnah, no puedes en noche de pascuas hacer transportes. ¿Se acuerdan?
Primera cosa entonces que contraviene y que demuestra que está tratando que el pueblo se enoje con él.
En Jerusalén el pueblo estaba enojado, pero no con él. Y al contrario: por el momento, había quedado encantados con la entrada. Pero ahora que había atraído toda su atención, que había concitado su interés y que había logrado que pongan en Él toda su expectativa ahora el paso siguiente era que se enojen con él. Y empieza a darles motivos.
El Primer Acto: El desde donde inscrito en el altamente revolucionario lavado de pies. Clarísimo acto en lo simbólico que rubrica lo que trató de mostrar yendo a obtener iniciación y no quedándose con el linaje: “yo no me apoyo en mi linaje”.
Pedro le dice “no, no, vos sois de la realeza, vos no podéis lavarnos los pies a nosotros”. Pedro se enoja mucho. Y el ahí es donde le dice “apártate de mí, Satanás”. Ahí es donde lo nombra nada menos que Satanás. “Si tú no me dejas que te lave los pies no estás conmigo”. A Pedro le molesta enormemente. Claro, porque Pedro era su hermano; si se moría Jesús los que seguían eran ellos, los hermanos y no tenían un gramo de su recorrido. Les estaba entonces quitando el poder –exactamente como lo que pasó en la escena de Magdalena y la Unción. ¿Cómo esta pecadora y no nosotros?
El Segundo Acto: El adonde inscrito en la aún más altamente revolucionaria puesta en juego de la traición. Terrible acto en lo real, en el que La Biblia pega un giro a partir del cual puedes imaginar que Jesús es un gran fracasado, porque entre sus discípulos no se dio cuenta de que al final ahí estaba la semilla del mal o puedes anudar en Cristo al mayor de los Maestros, porque es el único que en la historia de la humanidad pudo usar el mal en un nivel tal.
Por eso, lo que acá sucede exige lo mejor de nosotros porque va a haber que evaluar: O Cristo no se dio cuenta de nada “tenía ahí mismo al traidor y ni se enteró” o es tan grandioso que hasta pudo utilizar la peor de las fuerzas, la más temida por el ser humano:
Que quien ha compartido lo más Íntimo de ti de pronto te traicione. Que aquello a lo que le has dado lo mejor te responda con lo peor. Que aquél a quien nombraste amigo te entregue a los brazos de tu peor enemigo.
Evangelio de Taciano 155,11:
“En verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar. 12. Y muy entristecidos, dijeron: ¿Soy yo, Señor? 13. Mas él contestó: El que mete conmigo la mano en el plato me ha de entregar”
Lucas 22,21:
“Más he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! 23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí, quién de ellos sería el que había de hacer esto”
Marcos 14,18:
“Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar. 19 Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? 20 El, respondiendo, les dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato. 21 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, más ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido”
Mateo 26,20:
“Cuando llegó la noche, se sentó a la mesa con los doce. 21 Y mientras comían, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22 Y entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle:
¿Soy yo, Señor? 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a entregar. 24 A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él. Más ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. 25
Entonces respondiendo Judas, el que le entregaba, dijo: ¿soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho”.
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