domingo, 6 de noviembre de 2022

LA OTRA HISTORIA DE CRISTO capítulo XXX



Sabéis que se festeja la victoriosa y gloriosa entrada en Jerusalén.
“Hosanna, Hosanna” ¿Qué es Hosanna?

Claro la gente no sabe qué es Hosanna, canta en la iglesia y se cree que la gente estaba con las ramitas del olivo de la gloria en la mano, festeja el Domingo de Ramos, y se va a la casa creyendo que conmemoró algo que tiene que ver con Cristo.

“Domingo de Ramos”. ¿Ramo de qué?
Pero el olivo –o los laureles- como ramita nada tuvo que ver en la entrada a Jerusalén.
Se trataba de otro ramo y tenían serios motivos para disimularlo; tanto que quedó totalmente cubierto, por razones muy concretas. Como pueden verlo si en lugar de conformarse con escuchar al cura, escucha a la Biblia. Entonces no hay duda: Mateo 21,8 y Marcos 11,8 con una rareza absoluta, usan exactamente la misma frase “cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Es decir, en ninguno de los dos: ni la más mínima mención a olivos o laureles.

Pero el que sí dice de qué eran el ramito, era Juan. Y no dice que fueran ramitos sino ramas. Y tampoco cualquier rama. Abierta, explícita e indudablemente, en Juan 12,13:
“tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

Ramas de Palmera
¿Tienen idea de la diferencia que hay entre un ramito de olivo o laurel y una rama de palmera? Exactamente la diferencia entre un símbolo de paz y un arma de guerra. ¿Y por qué armas de guerra? Porque ese, exactamente, era el clima con el que lo recibieron: un clima de guerra pues estaban recibiendo al que esperaban se convierta en el Rey de Israel, como explícitamente recién vimos que lo dice Juan.

Tres cosas están absolutamente relacionadas y precisamos ver las tres: las ramas de palmera, el grito de Hosanna y el Rey de Israel.

El pueblo esperaba la entrada de un Rey a Jerusalén, que era donde estaba la delegación militar romana. La idea era entonces: baja a los romanos, saca a Herodes, se pone el traje de Rey y empezamos la nueva era. De más está decir que no es exactamente así como sucedió.
Pero eso es lo que el pueblo entendía que sucedería, está claro: llegó el gran Davídico militar que nos va a salvar a todos. Nos va a sacar de encima este lastre romano, ese títere del rey ya no lo vamos a necesitar más. Esta era la idea. Llegaba el muchacho y en tres días se resolvía todo o por lo menos ya se encaminaba en una dirección completamente concreta que es la que recién les decía.

La mejor muestra de esto está, precisamente, en la recepción que le hacen. Y de esa recepción, la Clave, por supuesto está una Palabra. Y esa palabra es Kipá.

La Kipá, tradicionalmente para los hebreos está directamente asociada al gorro que va en la cabeza; pero su significado es “parte superior” –tal como en arameo-. Cualquier parte superior de cualquier cosa, se puede nombrar Kipá. Como la parte superior de un árbol. Y había un árbol, cuya parte superior estaba absolutamente asociada, en la práctica, a la guerra. Tanto que es la misma raíz etimológica de “Kiper”, que es de donde viene el nombre de uno de los guerreros zelotes que rodeaban a Cristo: Pedro.

Ahora podemos ser directos: Kipá es la parte de adentro, el canuto de la rama de palmera de la que estaba plagada la zona, caracterizada por dátiles; de hecho los dátiles y las palmeras datileras de la zona, están plasmadas en algunas representaciones pictográficas de la entrada en Jerusalén.

El Kipá es durísimo, grande, tiene cierta flexibilidad y no se rompe por golpes. O sea un arma de combate extraordinaria. Por eso su etimología se comparte con “piedra”, porque era como una piedra, servía para combatir. A Pedro, cuando lo llaman Pedro, le están también haciendo alusión -claro, para ellos en ese idioma es muy claro- a ser un arma de combate. Esperaban a un Rey Guerrero, lo recibían con armas de guerra en mano y blandiendo las Kipá, gritaban ¡Hossanna!

Bueno, del mismo modo, cuando les preguntaba qué es Hossanna la respuesta eran los grillos del campo sonando. Silencio total. No supongan que lo saben porque conozcan el estribillo de que era un saludo de alabanza, porque en eso se convirtió muchísimo tiempo después, allá por siglo V, cuando se lo introdujo en la liturgia. Hossana remite a algo muchísimo más antiguo, como se comprueba en el hecho de que se lo encuentra en el Salmo 118,25… y en Arameo significa “auxilio” “libéranos” “sálvanos, te lo pedimos”

¿Hacen falta más explicaciones? Lo recibieron con ramas de palmera, armas de guerra en mano y pidiéndole libertad a gritos. Y los romanos podían no entender qué significaba “Hossana”. Es que tuvo que vérselas con el ridículo para cumplir la Profecía; porque si no, no se cumplía. Y en Jerusalén no se podía equivocar en el cumplimiento de las Profecías, ¿me entienden? Tanto que la Biblia muestra claramente y sin lugar a dudas que en Jerusalén planeaba todo muy bien. Y lo muestra no una, sino dos veces:

Una de ellas en el inicio y la otra al final de su estadía –lo cual evidencia que desde el principio hasta el final, ahí todo estaba planeado-. La del final, es cuando está buscando la casa para la Cena de Pascua y usa esa palabra tan extraña: ve a la casa de fulano, dicho exactamente así. Esa cena finalmente será la tan mentada Última Cena.

Y planeó detalladamente esa primera impresión: En la Biblia continuamente cuenta que había momentos donde Cristo viajaba el sólo. Antes de ir a un lugar con la comitiva, viajaba él y organizaba, esto está claro; y tenía motivos, de hecho esta es una demostración.

Veamos Mateo 21,1:
“Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos 2 diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traérmelos 3: Y si alguien os dijera algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará”

Y Marcos 11,1:
“Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, Jesús envió dos de sus discípulos, 2 y les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado; desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá. 4 Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la
puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. 5 Y unos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? 6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él”

Mientras que Lucas 19,28 dice:
“Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima”

Lo hemos leído en su totalidad y en cada Evangelio porque, aunque no lo parezca este material es muy importante. Primero, por lo Idéntico en lo Diferente:

Los tres Evangelios por igual, no dejan lugar a dudas de que Cristo estaba haciendo un plan, y totalmente detallado. Que había arreglado con alguien que le prepare lo que buscaba, y hasta había dejado una frase/contraseña para que les permitan a los discípulos retirar lo que iban a buscar. Y eso conjuntamente, muestra también entonces –y esto será fundamental para todo lo que sucederá en la Cruz- que en Jerusalén tenía contactos.

Pero lo Diferente en lo Idéntico, muestra aún más el grado de detalle que Cristo ponía en Escuchar y cumplir Las Profecías:

Pues aunque parezca mínima, la diferencia encierra una clave absolutamente fundamental: ¿qué era lo que tenían que traer como vehículo desde donde ingresar a Jerusalén: un pollino, o una asna y un pollino?

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